En una charla casual, con un personaje casual me sorprendió la profundidad de lo expresado por él. Hablaba de lo difícil que resultaba recibir el amor, viniera de dónde viniera.
Qué fácil resulta dar... en nuestro contradictorio mundo. Qué bién queda ser solidario, voluntario, capáz y solucionador de los otros y sus problemas o dificultades. En una época en dónde los valores religiosos y políticos están a la baja, en donde nuestras nuevas generaciones encuentran algún sentido de vida en el voluntariado, las ONG, los campos de trabajo... y un largo etc.; qúe difícil nos resulta RECIBIR.
Recibir supone abrir nuestro interior, estar dispuestos a sentir la fragilidad interna, la necesidad, la dependencia...el amor! Cuánto miedo nos provoca! a tal punto que estamos dispuestos a no sentir...! cuánta humildad, cuánta confianza, cuánta entrega, hace falta para recibir.
Cuándo das, te sientes generoso, amable, capáz... y eso resulta fácil, supone sentirse bién contigo, sentirte incluso poderoso.Una droga dura de la cual nos podemos enganchar, apenas sin darnos cuenta.
Cientos de veces callamos nuestra fragilidad, lo que deseamos y pensamos. No queremos vernos vulnerables frente al otro y para ello el escudo mayor se convierte en nuestra mal llevada independencia. Parecemos no necesitar a nadie, no desear ningún apoyo, parecemos ser fuertes, estar decididos a todo o casi todo. Pero la realidad profunda nos habla de miedo, de defensa, de falta de confianza en sí mismos y en los demás.
Recibir...un aprendizaje que supone un gran reto en nuestro tiempo.
Qué fácil resulta dar... en nuestro contradictorio mundo. Qué bién queda ser solidario, voluntario, capáz y solucionador de los otros y sus problemas o dificultades. En una época en dónde los valores religiosos y políticos están a la baja, en donde nuestras nuevas generaciones encuentran algún sentido de vida en el voluntariado, las ONG, los campos de trabajo... y un largo etc.; qúe difícil nos resulta RECIBIR.
Recibir supone abrir nuestro interior, estar dispuestos a sentir la fragilidad interna, la necesidad, la dependencia...el amor! Cuánto miedo nos provoca! a tal punto que estamos dispuestos a no sentir...! cuánta humildad, cuánta confianza, cuánta entrega, hace falta para recibir.
Cuándo das, te sientes generoso, amable, capáz... y eso resulta fácil, supone sentirse bién contigo, sentirte incluso poderoso.Una droga dura de la cual nos podemos enganchar, apenas sin darnos cuenta.
Cientos de veces callamos nuestra fragilidad, lo que deseamos y pensamos. No queremos vernos vulnerables frente al otro y para ello el escudo mayor se convierte en nuestra mal llevada independencia. Parecemos no necesitar a nadie, no desear ningún apoyo, parecemos ser fuertes, estar decididos a todo o casi todo. Pero la realidad profunda nos habla de miedo, de defensa, de falta de confianza en sí mismos y en los demás.
Recibir...un aprendizaje que supone un gran reto en nuestro tiempo.
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